lunes, 24 de febrero de 2014

Vuelta a las andadas


Pues sí, ya vuelvo a mis… ¿cómo decirlo sin ser incorrecto? No puedo llamarlas de las maneras más habituales para el ciudadano de a pie porque cada término viene bien delimitado por los que les gusta el orden y ponerlo todo en cajitas bien etiquetadas. Por eso no se pueden llamar ni teorías, ni hipótesis, ni conjeturas, ni casi de cualquier forma que no ofenda a alguien que hable en serio. Casi hasta me da miedo llamarlas ideas y por eso las llamo chorrideas. A lo mejor alguien me denuncia por introducir una palabra que no existe o, lo que es peor, me denuncien porque a alguien se le ha ocurrido ya y no la estoy usando correctamente. Pero eso no debe preocuparme, porque esto no lo lee ni Dios (a largas temporadas ni yo) y pido mis disculpas a los creyentes por el uso de esta expresión, que hoy me encuentro muy sensible para no ofender a nadie. Además viendo lo que se escribe por ahí… Como decía Phil Plait, lo bueno de Internet es que cualquiera puede expresar sus ideas. Pero lo malo de Internet es que cualquiera puede expresar sus ideas. A las pruebas me remito.
A lo que iba. Vuelvo a escribir sobre aquello por lo que empecé este blog (qué poco me gusta la palabrita de marras, pero bitácora me gusta menos, ¡joder!). Dejé de escribir sobre estos temas porque la idea siguiente es demasiado enrevesada para exponerla sin caer en excesivas florituras, ni simplificarla demasiado y dejarme cosas en el tintero y que no se entienda nada. A decir verdad no es que yo tenga todo perfectamente claras mis ideas (perdón chorrideas). Peso tras darle tantas vueltas ya me parecía un sinsentido marear tanto el tema sin llegar a ninguna conclusión definitiva.
Así que como es tan enrevesado y difícil de digerir (en mi caso de vomitar), lo partiré en varios trozos y no nos cansamos ni yo ni los desgraciados que pasen de la segunda línea.

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