Como ya he dejado claro en otras ocasiones, hay algunas ideas ampliamente aceptadas que a mí me cuesta digerir. Una de ellas es la aceptación, a falta de otra explicación mejor, de la aparición en la física de infinitos, como las singularidades dentro del horizonte de sucesos de un agujero negro*. Otra es, en el extremo opuesto, la interpretación de Copenhague de la Mecánica Cuántica. Y se me ha ocurrido que podría utilizar sus argumentos para enfrentar una con la otra para deshacerme al menos de la perdedora de la confrontación.
No quiero entrar en muchos detalles sobre la interpretación de Copenhague, más que nada porque seguro que meto la pata, pero lo que sostiene a grandes rasgos es que el hecho de que en el mundo cuántico no sea posible determinar a la vez algunas magnitudes físicas, como el típico ejemplo de la posición y el momento de una partícula subatómica, se debe interpretar como que realmente hay una deslocalización de las partículas y no una serie de variables ocultas que nos permitan volver al redil de la cordura determinista. Para abreviar peligrosamente, podríamos decir que lo que esta interpretación de la realidad dice es que si algo no puede ser medido, es que no tiene una existencia definida.
Así que a mí se me ocurrió que en el interior del horizonte de sucesos (HS) de un agujero negro, aplicando esta misma interpretación, aunque podría llegar a ser posible la medición de sus propiedades, dado que no se pueden comunicar los resultados al exterior, para los que nos quedamos fuera, podríamos interpretar que en el interior del HS no se puede deducir la existencia de una singularidad ni nada semejante. Realmente podríamos decir que dentro hay una región deslocalizada donde toda su geometría estaría dispersa, no existiendo ningún punto concreto, sino que cualquier materia, energía, etc., estaría en todas partes, con una nube de probabilidad similar a la que rige en la Mecánica Cuántica.
Por último, se podría analizar la situación desde el punto de vista de observadores que permanezcan cabalmente alejados de un agujero negro y la que experimentaría un observador que entra en el HS para confrontar el asunto de la medida, pero ese tema ya se trató en entradas anteriores, desde Un poco de mates hasta De las matemáticas a la física absurda (1, 2, y, 3), donde conviene leer las cuatro entradas para tener una visión completa de mis puntos de vista, aunque es en la última en la que se hace una reflexión sobre este tema particular.
*En realidad a los físicos tampoco les ha gustado nunca esta situación y, desde el principio de la aparición de estas desagradables anomalías, han intentado buscar una manera de deshacerse de ellas de una manera honrosa, pero al final la mayoría han tenido que aceptar estoicamente la evidencia a la que les llevan los datos experimentales. Todo esto es muy loable pero yo creo que tiene que haber un resquicio que permita una reinterpretación de los datos que nos saquen de estos callejones sin salida.
No quiero entrar en muchos detalles sobre la interpretación de Copenhague, más que nada porque seguro que meto la pata, pero lo que sostiene a grandes rasgos es que el hecho de que en el mundo cuántico no sea posible determinar a la vez algunas magnitudes físicas, como el típico ejemplo de la posición y el momento de una partícula subatómica, se debe interpretar como que realmente hay una deslocalización de las partículas y no una serie de variables ocultas que nos permitan volver al redil de la cordura determinista. Para abreviar peligrosamente, podríamos decir que lo que esta interpretación de la realidad dice es que si algo no puede ser medido, es que no tiene una existencia definida.
Así que a mí se me ocurrió que en el interior del horizonte de sucesos (HS) de un agujero negro, aplicando esta misma interpretación, aunque podría llegar a ser posible la medición de sus propiedades, dado que no se pueden comunicar los resultados al exterior, para los que nos quedamos fuera, podríamos interpretar que en el interior del HS no se puede deducir la existencia de una singularidad ni nada semejante. Realmente podríamos decir que dentro hay una región deslocalizada donde toda su geometría estaría dispersa, no existiendo ningún punto concreto, sino que cualquier materia, energía, etc., estaría en todas partes, con una nube de probabilidad similar a la que rige en la Mecánica Cuántica.
Por último, se podría analizar la situación desde el punto de vista de observadores que permanezcan cabalmente alejados de un agujero negro y la que experimentaría un observador que entra en el HS para confrontar el asunto de la medida, pero ese tema ya se trató en entradas anteriores, desde Un poco de mates hasta De las matemáticas a la física absurda (1, 2, y, 3), donde conviene leer las cuatro entradas para tener una visión completa de mis puntos de vista, aunque es en la última en la que se hace una reflexión sobre este tema particular.
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*En realidad a los físicos tampoco les ha gustado nunca esta situación y, desde el principio de la aparición de estas desagradables anomalías, han intentado buscar una manera de deshacerse de ellas de una manera honrosa, pero al final la mayoría han tenido que aceptar estoicamente la evidencia a la que les llevan los datos experimentales. Todo esto es muy loable pero yo creo que tiene que haber un resquicio que permita una reinterpretación de los datos que nos saquen de estos callejones sin salida.